miércoles, 20 de mayo de 2015

LOS DECRETOS DE DIOS

“Y sabemos que Dios hace que todas las cosas ayuden para bien a los que le aman, esto es, a losque son llamados conforme a su propósito” (Rom. 8:28) “conforme al propósito eterno que realizó en Cristo Jesús, nuestro Señor”. (Efe. 3:11).


 EL decreto de Dios es su propósito o su determinación respecto a las cosas futuras. Aquí hemos usado el singular, como hace la Escritura, porque sólo hubo un acto de su mente infinita acerca del futuro.

 Nosotros hablamos como si hubiera habido muchos, porque nuestras mentes sólo pueden pensar en ciclos sucesivos, a medida que surgen los pensamientos y ocasiones; o en referencia a los distintos objetos de su decreto, los cuales, siendo muchos, nos parece que requieren un propósito diferente para cada uno.

 Pero el conocimiento Divino no procede gradualmente, o por etapas: (Hech. 15:18;). “Conocidas son a Dios desde el siglo todas sus obras” Las Escrituras mencionan los decretos de Dios en muchos pasajes y usando varios términos.

 La palabra “decreto” se encuentra en el Sal. 2:7, (Yo publicaré el decreto;). En Efe. 3:11, leemos acerca de su “determinación eterna”. En Hech. 2:23, de su “determinado consejo y providencia”. En Efe. 1:9, el misterio de su “voluntad”. En Rom. 8:29, que él también “predestinó”. En Efe. 1:9, de su “beneplácito”.

Los decretos de Dios son llamados sus “consejos” para significar que son perfectamente sabios. Son llamados su “voluntad para mostrar que Dios no está bajo ninguna sujeción, sino que actúa según su propio deseo, en el proceder Divino, la sabiduría está siempre asociada con la voluntad, y por lo tanto, se dice que los decretos de Dios son “el consejo de su voluntad”. Los decretos de Dios están relacionados con todas las cosas futuras, sin excepción: todo lo que es hecho en el tiempo, fue predeterminado antes del principio del tiempo. El propósito de Dios afectaba a todo, grande o pequeño, bueno o malo, aunque debemos afirmar que, si bien Dios es el Ordenador y controlador del pecado, no es su Autor de la misma manera que es el Autor del bien.

 El pecado no podía proceder de un Dios Santo por creación directa o positiva, sino solamente por su permiso, por decreto y su acción negativa. El decreto de Dios es tan amplio como su gobierno, y se extiende a todas las criaturas y eventos. Se relaciona con nuestra vida y nuestra muerte; con nuestro estado en el tiempo y en la eternidad.

 De la misma manera que juzgamos los planos de un arquitecto inspeccionando el edificio levantado bajo su dirección, así también, por sus obras, aprendemos cual es (era) el propósito de Aquel que hace todas las cosas según el consejo de su voluntad.

Dios no decretó simplemente crear al hombre, ponerle sobre la tierra, y entonces dejarle bajo su

propia guía incontrolada; sino que fijó todas las circunstancias de la muerte de los individuos, y todos los pormenores que la historia de la raza humana comprende, desde su principio hasta su fin. No decretó solamente que debían ser establecidas leyes para el gobierno del mundo, sino que dispuso la aplicación de las mismas en cada caso particular. Nuestros días están contados, así cómo también los cabellos de nuestra cabeza. (Mat. 10:30).

 Podemos entender el alcance de los Decretos Divinos si pensamos en las dispensaciones de la Providencia en las cuales aquellos son cumplidos. Los cuidados de la Providencia alcanzan a la más insignificante de las criaturas y al más minucioso de los acontecimientos, tales como la muerte de un gorrión o la caída de un cabello. (Mat. 10:30).

 Consideremos ahora algunas de las características de los Decretos Divinos. Son, en primer lugar, eternos. Suponer que alguno de ellos fue dictado dentro del tiempo, equivale a decir que se ha dado un caso imprevisto o alguna combinación de circunstancias que ha inducido al Altísimo a tomar una nueva resolución.

 Esto significaría que los conocimientos de la Deidad son limitados, y con el tiempo va aumentando en sabiduría, lo cual sería una blasfemia horrible. Nadie que crea que el entendimiento Divino es infinito, abarcando el pasado, presente y futuro, afirmará la doctrina de los decretos temporales.

Dios no ignora los acontecimientos futuros que serán ejecutados por voluntad humana; los ha predicho en innumerables ocasiones, y la profecía no es otra cosa que la manifestación de su presencia eterna.

 La Escritura afirma que los creyentes fueron escogidos en Cristo antes de la fundación del mundo (Efe. 1:4), más aun, que la gracia les fue “dada” ya entonces: (2Tim. 1:9). “Fue él quien nos salvó y nos llamó con santo llamamiento, no conforme a nuestras obras, sino conforme a su propio propósito y gracia, la cual nos fue dada en Cristo Jesús antes del comienzo del tiempo”. En segundo lugar, los decretos de Dios son sabios. La sabiduría se muestra en la selección de los mejores fines posibles, y de los medios más apropiados para cumplirlos. Por lo que conocemos de los Decretos de Dios, es evidente que les corresponde tal característica. Se nos descubre en su cumplimiento; todas las muestras de sabiduría en las obras de Dios que son prueba de la sabiduría del plan por el que se llevan a cabo.

Como declara el salmista: (Sal. 104:24). “¡Cuán numerosas son tus obras, oh Jehová! A todas las hiciste con sabiduría; la tierra está llena de tus criaturas”. Sólo podemos observar una pequeñísima parte de ellas, pero, como en otros casos, conviene que procedamos a juzgar el todo por la muestra; lo desconocido por lo conocido.

 Aquel que, al examinar parte del funcionamiento de una máquina, percibe el admirable ingenio de su construcción, creerá, naturalmente, que las demás partes son igualmente admirables. De la misma manera, cuando las dudas acerca de las obras de Dios asaltan nuestra mente, deberíamos rechazar las objeciones sugeridas por algo que no podemos reconciliar con nuestras ideas (Rom. 11:33). “¡Oh la profundidad de las riquezas, y de la sabiduría y del conocimiento de Dios! ¡Cuán incomprensibles son sus juicios e inescrutables sus caminos!” En tercer lugar, son libres. (Isa. 40:13,14). “¿Quién ha escudriñado al Espíritu de Jehová, y quién ha sido su consejero y le ha enseñado? ¿A quién pidió consejo para que le hiciera entender, o le guió en el camino correcto, o le enseñó conocimiento, o le hizo conocer la senda del entendimiento?” Cuando Dios dictó sus decretos, estaba solo, y sus determinaciones no se vieron influidas por causa externa alguna.

 Era libre para decretar o dejar de hacerlo, para decretar una cosa y no otra. Es preciso atribuir esta libertad a Aquel que es supremo, independiente, y soberano en todas sus acciones. En cuarto lugar, los decretos de Dios son absolutos e incondicionales. Su ejecución no esta supeditada a condición alguna que se pueda o no cumplir. En todos los casos en que Dios ha decretado un fin, ha decretado también todos los medios para dicho fin. El que decretó la salvación de sus elegidos, decretó también darles la fe, (2Tes. 2:13). “Pero nosotros debemos dar gracias a Dios siempre por vosotros, hermanos amados del Señor, de que Dios os haya escogido desde el principio para salvación, por la santificación del Espíritu y fe en la verdad” (Isa. 46:10); “Yo anuncio lo porvenir desde el principio, y desde la antigüedad lo que aún no ha sido hecho. Digo: Mi plan se realizará, y haré todo lo que quiero”.

 Pero esto no podría ser así si su consejo dependiese de una condición que pudiera dejar de cumplirse. Dios “hace todas las cosas según el consejo de su voluntad” (Efe. 1:11).

 Junto a la inmutabilidad e inviolabilidad de los decretos de Dios. La Escritura enseña claramente que el hombre es una criatura responsable de sus acciones, de las cuales debe rendir cuentas. Y si nuestras ideas reciben su forma de la Palabra de Dios, la afirmación de una enseñanza de ellas no nos llevará a la negación de la otra.

 Reconocemos que existe verdadera dificultad en definir dónde termina una y donde comienza la otra. Esto ocurre cada vez que lo divino y lo humano se mezclan. La verdadera oración está redactada por el Espíritu, no obstante, es también clamor de un corazón humano.

 Las Escrituras son la Palabra inspirada de Dios, pero fueron escritas por hombres que eran algo más que máquinas en las manos del Espíritu. Cristo es Dios, y también hombre. Es omnisciente, más crecía en sabiduría, (Luc. 2:52). “Y Jesús crecía en sabiduría, en estatura y en gracia para con Dios y los hombres” Es Todopoderoso y sin embargo, fue (2Cor. 13:4 “crucificado en debilidad”). Es el Espíritu de vida, sin embargo murió. Estos son grandes misterios, pero la fe los recibe sin discusión.

 En el pasado se ha hecho observar con frecuencia que toda objeción hecha contra los Decretos Eternos de Dios se aplica con la misma fuerza contra su eterna presciencia. “Tanto si Dios ha decretado todas las cosas que acontecen como si no lo ha hecho, todos los que reconocen la existencia de un Dios, reconocen que sabe todas las cosas de antemano. Ahora bien, es evidente que si El conoce todas las cosas de antemano, las aprueba o no, es decir, o quiere que acontezcan o no. Pero querer que acontezcan es decretarlas”.

 Finalmente trátese de hacer una suposición, y luego considérese lo contrario de la misma. Negar los Decretos de Dios sería aceptar un mundo, y todo lo que con él se relaciona, regulado por un accidente sin designio o por destino ciego.

 Entonces, ¿qué paz, que seguridad, qué consuelo habría para nuestros pobres corazones y mentes? ¿Qué refugio habría al que acogerse en la hora de la necesidad y la prueba? Ni el más mínimo. No habría cosa mejor que las negras tinieblas y el repugnante horror del ateísmo. ¡Cuán agradecidos deberíamos estar porque todo está determinado por la bondad y sabiduría infinitas!

 ¡Cuánta alabanza y gratitud debemos a Dios por sus decretos! Es por ellos que “Sabemos que Dios hace que todas las cosas ayuden para bien a los que le aman, esto es, a los que son llamados conforme a su propósito” (Rom. 8:28). Bien podemos exclamar como Pablo: “Porque de él y por medio de él y para él son todas las cosas. A él sea la gloria por los siglos. Amen”. (Rom. 11:36). A.W. Pink

Sus Decretos Sobre mí:

Fui curado por las llagas de Jesús (Isaías 53:5).

Mi mano está en el cuello de mis enemigos (Génesis 49:8).

Unges mi cabeza con aceite, mi copa está rebosando. El bien y la misericordia me seguirán todos los días de mi vida (Salmo 23:5-6).

He sido ungido para predicar, enseñar, sanar y echar fuera demonios. Recibo la abundancia de la gracia y del don de la justicia y reino en vida por Cristo Jesús (Romanos 5:17).

Tengo vida y la tengo en abundancia (Juan 10:10).

Camino en luz, como Él está en luz y la sangre de Jesucristo

su Hijo nos limpia de todo pecado (1 Juan 1:7).

Soy la justicia de Dios en Cristo (2 Corintios 5:21).

Soy cabeza y no cola (Deuteronomio 28:13).
   

martes, 12 de mayo de 2015

La Honra Un Principio De Reino

Dios ha dado a las madres una vocación muy especial. Ellas son las portadoras de la vida, y durante nuestros años de formación dan forma a cada aspecto de lo que seremos. En el quinto mandamiento, el Señor mandó a los hijos de Israel a honrar a sus padres y madres, y prometió que sus días se alargarían en la tierra que Él les dio si lo hacían (Éx 20.12).

Este mandamiento se encuentra en toda la Biblia, tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento (Mt 19.19; Mr 7.10; Ef 6.2). Y la Biblia hace serias advertencias de parte de Dios a quienes abusen de los padres o los maltraten, o que no se ocupen de ellos (Mr 7.10; Mt 15.3-9). ¿Qué significa, entonces, “honrar a la madre”?

La mejor manera que usted tiene de demostrar estima por la mujer que le dio la vida, es simplemente amarla y aceptarla como es. Si hay algo que puede enriquecer la vida de la madre, es la seguridad de que es amada y apreciada por sus hijos.
 
Si usted ha logrado tener alguna medida de éxito, es muy probable que gran parte del crédito lo deba a su madre. ¿Cuándo fue la última vez que le agradeció lo que hizo ella por usted? ¿Le ha dicho recientemente lo agradecido que está por ella?
 
¿O tiene su madre que hacer algo para ganar su respeto y su amor? En otras palabras, ¿tiene ella que llenar alguna expectativa, cumplir con alguna obligación, o hacerle algún regalo para que usted pueda darle las gracias?
 
De vez en cuando, me encuentro con una madre que me dice: “Sé que mis hijos me aman, pero tienen dificultades para demostrármelo. Nunca me lo dicen”. La verdad es que todos tenemos una gran deuda con nuestras madres, y cuando no apreciamos todo lo que ellas valen, las deshonramos. Puede ser que usted necesite llamar a su madre hoy para pedirle perdón. O simplemente para asegurarle que la ama. No importa qué cosa haga, no deje que este día termine sin comunicarle lo mucho que la aprecia. Dígale que está agradecido por todo lo que ella ha hecho, y también por darle la vida para que pudiera convertirse en hijo de Dios.

viernes, 8 de mayo de 2015

“El perdón es un acto de liberación”, dice víctima de Holocausto tras perdonar a ex nazi



Eva Kor, de 81 años, que junto a su hermana gemela fueron sometidas a experimentos médicos en el campo de concentración, viajó desde su hogar en EE.UU. a Alemania para el juicio de Oskar Gröning, conocido como el ‘contable de Auschwitz’, informa el diario ‘The Independent’.

En un principio Kor intentó darle la mano a Gröning, de 93 años, pero este se desmayó cuando ella se le acercó y entendió de quién se trataba.

“Estaba interesada en saber qué pasaría cuando alguien del lado de la víctima se encuentra con alguien del lado del agresor”, comentó la sobreviviente del Holocausto.
Tras la audiencia, Kor se acercó una vez más a Gröning y le tendió la mano. Por su parte, el ‘contable de Auschwitz’ la abrazó y le dio un beso en la mejilla. Debido a este gesto Eva recibió muchas críticas, pero ella asevera que “no puedes ser libre hasta que no te quitas de encima esa carga diaria de dolor e ira y los perdonas, no porque los nazis lo merezcan, sino porque soy yo quien lo merece”.
“Nunca entenderé por qué la ira es preferible a un gesto de buena voluntad. La energía que crea la ira es una energía violenta (…) Aprecio el hecho que esté dispuesto a venir aquí y nos afronte.
  
Pero me gustaría que apele a los nazis que siguen vivos a presentarse y abordar el problema actual de los neonazis en Alemania”, agregó Kor.

“Mi perdón no te absuelve de tu responsabilidad. Así que te pido que digas a los jóvenes neonazis que Auschwitz existió, que la ideología nazi solo trajo derrota y dolor y que en vez de odiar o matar vayan a la escuela y aprendan una ocupación o un oficio”, le dijo Kor agregando que “el perdón es un acto de curación y de liberación”.

El momento entre Kor y Gröning fue captado en una emotiva instantánea que ha dado la vuelta al mundo y ha planteado un serio debate: «¿Se puede llegar a perdonar la infamia realizada por los nazis?».

Gröning ha pasado por el juzgado y ha sido acusado de ser cómplice de más de 300.000 muertes (algo que él se limitó a negar afirmando que era un mero «contable»).

Fuente: ABC