martes, 12 de mayo de 2015

La Honra Un Principio De Reino

Dios ha dado a las madres una vocación muy especial. Ellas son las portadoras de la vida, y durante nuestros años de formación dan forma a cada aspecto de lo que seremos. En el quinto mandamiento, el Señor mandó a los hijos de Israel a honrar a sus padres y madres, y prometió que sus días se alargarían en la tierra que Él les dio si lo hacían (Éx 20.12).

Este mandamiento se encuentra en toda la Biblia, tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento (Mt 19.19; Mr 7.10; Ef 6.2). Y la Biblia hace serias advertencias de parte de Dios a quienes abusen de los padres o los maltraten, o que no se ocupen de ellos (Mr 7.10; Mt 15.3-9). ¿Qué significa, entonces, “honrar a la madre”?

La mejor manera que usted tiene de demostrar estima por la mujer que le dio la vida, es simplemente amarla y aceptarla como es. Si hay algo que puede enriquecer la vida de la madre, es la seguridad de que es amada y apreciada por sus hijos.
 
Si usted ha logrado tener alguna medida de éxito, es muy probable que gran parte del crédito lo deba a su madre. ¿Cuándo fue la última vez que le agradeció lo que hizo ella por usted? ¿Le ha dicho recientemente lo agradecido que está por ella?
 
¿O tiene su madre que hacer algo para ganar su respeto y su amor? En otras palabras, ¿tiene ella que llenar alguna expectativa, cumplir con alguna obligación, o hacerle algún regalo para que usted pueda darle las gracias?
 
De vez en cuando, me encuentro con una madre que me dice: “Sé que mis hijos me aman, pero tienen dificultades para demostrármelo. Nunca me lo dicen”. La verdad es que todos tenemos una gran deuda con nuestras madres, y cuando no apreciamos todo lo que ellas valen, las deshonramos. Puede ser que usted necesite llamar a su madre hoy para pedirle perdón. O simplemente para asegurarle que la ama. No importa qué cosa haga, no deje que este día termine sin comunicarle lo mucho que la aprecia. Dígale que está agradecido por todo lo que ella ha hecho, y también por darle la vida para que pudiera convertirse en hijo de Dios.

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