miércoles, 24 de septiembre de 2014

El Terror Despues de Septiembre 11



Este siglo nos ha dado un derroche de imágenes perturbadoras. El 11 de septiembre de 2001 fue un escenario de caos. Las primeras imágenes en TV, de escombros humeantes y de rostros llenos de dolor, fueron reemplazadas pronto por las fotos de desaparecidos. Estos horrores se han repetido después con más ataques en Londres, Boston, entre muchos otros lugares del mundo, con efectos semejantes.




También ha sido una época de protestas. Personas de todo el espectro político han marchado con pancartas, megáfonos e ira reprimida. Otros han organizado protestas y revoluciones que han derrocado gobiernos y dado inicio a guerras civiles.


Además de malestar social generalizado, los cristianos en todo el mundo han estado enfrentando una creciente presión para que acepten el libertinaje sexual de nuestros días. La elección está, cada vez más, entre dejar a un lado las convicciones bíblicas, o perder el empleo; entre ocultar la fe, o soportar el escrutinio público y la burla.


El mundo en que vivimos está cambiando y, por tanto, es difícil saber cómo seguir adelante. ¿Deben los creyentes responder a la retórica incendiaria con más fuego? ¿Debemos organizar marchas o crear maquinarias políticas? Quizás. Es bueno que tomemos acción para preservar la libertad religiosa, pero, a veces, nuestros esfuerzos al hacerlo opacan nuestra fe.


Para mí, el pasaje bíblico que más habla a esta situación es 1 Tesalonicenses 4.10-12 (LBLA): “Os instamos, hermanos . . . a que tengáis por vuestra ambición el llevar una vida tranquila, y os ocupéis en vuestros propios asuntos y trabajéis con vuestras manos, tal como hemos mandado; a fin de que os conduzcáis honradamente para con los de afuera, y no tengáis necesidad de nada".

La iglesia de Tesalónica enfrentaba una situación como la nuestra. Vivían en una época de malestar político, y los cristianos en particular lidiaban con la desconfianza de la gente. Pablo los exhorta a mantenerse lejos de la controversia, de los temas políticos y a ocuparse de los asuntos cotidianos.

“Trabajar con las manos” era visto por los romanos como despreciable y poco decoroso; pero Pablo anima a la iglesia a escoger esta clase de vida, en vez de otra consumida por el enfrentamiento, la acción política, o la nerviosa especulación en cuanto a los “últimos tiempos”.

Es una perspectiva que revela el principal recurso que tenemos para dar testimonio de Cristo a un mundo revuelto, es decir, la serena confianza.

El libro de Salmos nos dice que, aunque los partidos políticos entran en pánico, intrigan y gritan, Dios reacciona de una manera que demuestra lo absurdos que son para Él los planes del hombre: “¿Por qué se amotinan las gentes, y los pueblos piensan cosas vanas? . . . El que mora en los cielos se reirá; el Señor se burlará de ellos” (Sal 2:1 y 4).

En la película "Mi Pobre Angelito" Los padres del niño entraron en pánico, mientras el niño se divertía y gozaba en su casa completamente sólo.

Es una imagen excelente de lo absurdo que es la agitación mundial y de la manera como reaccionamos ante ella — con pánico al pánico, y con temor al temor. Pienso, también, que así es como muchas veces imaginamos a Dios —reaccionando con pánico y preocupación.

Pero Dios no entra en pánico. “Se burlará de ellos”, imperturbable ante la ansiedad y los planes de los hombres. “Llevar una vida tranquila” puede significar imitar a Dios en cuanto a la manera en como ve el caos del mundo. Mientras que la gente escribe blogs iracundos y publica libros para marginar a los cristianos, Dios nos invita  a no presentar “nada de alarma y nada de sorpresas”, como la manera de responder.

 ¿Es así porque estamos seguros de que todo va a salir bien? Sí, aunque no de la manera que usted pudiera pensar. Jesús dijo: “No temáis a los que matan el cuerpo, mas el alma no pueden matar” (Mateo 10.28).

La vida puede ser muy molesta antes de que se vuelva mejor. Sin embargo, el malestar que experimentemos —ya sea por el odio de nuestros perseguidores, o por la burla que acumula sobre nosotros lo que se considera políticamente correcto— no puede compararse con el bien, la plenitud y la gloria que experimentaremos un día en la presencia de Dios (Romanos 8.18).

 Por tanto, a la luz de la esperanza de la resurrección, podemos respirar profundamente, y recordarnos unos a otros: “No te llenes de pánico”.

 Pero la serenidad por sí misma no es Suficiente. Necesitamos tener una  confianza  serena . Otro escritor del Nuevo Testamento, al alentar a un grupo diferente de cristianos asediados por problemas, les  dijo: 

 “Y considerémonos unos a otros para estimularnos al amor y a las buenas obras; no dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos; y tanto más, cuanto veis que aquel día se acerca” (Hebreos10:24 y 25).

 Este versículo viene después de un largo análisis del significado de la vida, la muerte, la resurrección y la ascensión del Señor Jesús; y enfatiza el acceso sin impedimentos de los cristianos al Padre celestial. Uno pudiera preguntarse: “Si tengo acceso a Dios, ¿por qué, entonces, ir a la iglesia?” El autor de Hebreos da aquí la respuesta: “Porque no estamos hechos para estar solos”. Necesitamos “exhortarnos” unos a otros; “exhortarnos” es una palabra activa que indica que necesitamos estimularnos unos a otros a lo largo de nuestros peregrinajes en la fe.

 El pasaje dice también: “Y tanto más, cuanto veis que aquel día se acerca”, lo que habla de la turbulencia de la historia. Cuando el mundo se deshace, debemos hacer lo mismo que hacían los primeros cristianos —seguir reuniéndonos y alentándonos unos a otros con la maravillosa esperanza del evangelio.

 Parece el consejo más lógico: el mundo se ha vuelto loco, así que vamos a la iglesia, cantemos y leamos la Biblia, y oremos y celebremos la Cena del Señor y el bautismo. Confesemos nuestros pecados unos a otros, y recordemos, en cualquier idioma que podamos usar, que “Cristo ha muerto, ha resucitado y vendrá otra vez”.

 Esto puede parecer banal, pero no lo es. Cada “amén” es un rechazo a las promesas del mundo que nos rodea. Cada vez que se cuenta de nuevo la historia del evangelio, brilla una luz en las tinieblas. Así, pues, nos reunimos. Cantamos y  aprendemos a orar juntos. “Desperdiciamos” nuestro tiempo, haciendo cosas que son inexplicables para el mundo. Damos con generosidad y nos negamos a aferrarnos a nuestras posesiones. Y tal vez, si llega el momento, ofrendaremos voluntariamente nuestras vidas. Servimos a un Rey diferente, y a un reino diferente, y la muerte no es el final de nuestras historias personales.

 El evangelio que proclamamos da vida a partir de la muerte, y esperanza a partir de la tragedia. Jesús prometió que las puertas del infierno no prevalecerán, y al decir esto, nos da una imagen del evangelio que se sigue expandiendo. Al mismo tiempo que el mundo contiende furiosamente, el reino del Señor Jesús sigue avanzando y dando vida a los muertos.

 Por eso, en vez de responder con furia a la furia, respondamos a nuestros difíciles tiempos con las palabras del Salmo  95.6, 7: “Venid, adoremos y postrémonos; arrodillémonos delante de Jehová nuestro Hacedor. Porque él es nuestro Dios; nosotros el pueblo de su prado, y ovejas de Su mano".

No hay comentarios: