Muchos cristianos sufrieron persecución y fueron llevados a la fuerza a los campos de concentración que levantó el gobierno de Hiitler durante la Segunda Guerra Mundial. Este fue el caso del alemán Matin Niemoller. El fue puesto en una celda individual pero, al poco tiempo, lo trasladaron y tuvo que compartir la prisión con tres compañeros cristianos. Uno de ellos pertenecía a la iglesia Ejercito de Salvación; otro a la iglesia Pentecostal y el último a la iglesia Metodista. Niemoller había sido miembro de la iglesia Evangélica Liberal de Alemania. Un día, encontraron una parte de la que había sido una puerta (pues había sido destrozada por los bombardeos) y, desde ese momento, la utilizaron como mesa para celebrar, con agua y la poca comida que recibían a diario, la Santa Cena del Señor. Luego de recuperar la libertad, Niemoller recordó lo siguiente: "Cuando nos arrodillabamos en el piso de piedra, todas las barreras denominacionales desaparecían por completo". De cerca, tal vez podremos encontrar diferentes opiniones teológicas entre los cristianos, pero de lejos, notaremos muchas cosas en común. Esto se debe a que lo más importante es Cristo Jesús, cuya imagen vemos en nuestros hermanos. Depositamos nuestra fe solamente en Cristo, somos uno en Él.
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