lunes, 10 de agosto de 2015

Que Puedo Hacer Por Ti?


… [presenten] vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios… Romanos 12:1

Durante su único discurso inaugural como presidente de los Estados Unidos de América, John F. Kennedy desafió así a su pueblo: «No pregunten qué puede hacer su país por ustedes, sino qué pueden hacer ustedes por su país».

Fue un llamado renovado a los ciudadanos a dedicar sus vidas para servir a los demás y sacrificarse por ellos. Sus palabras inspiraron de manera especial a los hijos de aquellos hombres y mujeres que habían servido a su país en las guerras. El significado era claro: lo que sus padres habían logrado, a menudo ofreciendo sus propias vidas, debía protegerse con medios pacíficos. Un ejército de voluntarios se levantó en respuesta a ese llamado, y, durante décadas, ha llevado a cabo innumerables obras humanitarias en todo el mundo.

Siglos antes, el apóstol Pablo hizo un llamado similar a los cristianos en los primeros versículos de Romanos 12. Allí los insta a entregar sus cuerpos en «sacrificio vivo» para servir a Aquel que pagó con su vida por nuestros pecados. Este sacrificio espiritual debe ser más que simples palabras: significa invertir nuestra vida en el bienestar físico, emocional y espiritual de los demás. Lo mejor de todo es que podemos servir en el lugar donde estamos.

Padre, muéstrame hoy diferentes maneras de entregarte mi vida y dame fuerzas para empezar a actuar.

No le preguntes a Jesús qué puede hacer Él por ti; pregúntale qué puedes hacer tú por Él.

sábado, 27 de junio de 2015

Un Perfecto Incopetente

2 Corintios 3:1-5.

(1)  ¿Comenzamos otra vez a recomendarnos a nosotros mismos?  ¿O tenemos necesidad,  como algunos,  de cartas de recomendación para vosotros,  o de recomendación de vosotros?
(2)  Nuestras cartas sois vosotros,  escritas en nuestros corazones,  conocidas y leídas por todos los hombres;
(3)  siendo manifiesto que sois carta de Cristo expedida por nosotros,  escrita no con tinta,  sino con el Espíritu del Dios vivo;  no en tablas de piedra,  sino en tablas de carne del corazón.
(4)  Y tal confianza tenemos mediante Cristo para con Dios;
(5)  no que seamos competentes por nosotros mismos para pensar algo como de nosotros mismos,  sino que nuestra competencia proviene de Dios.


¿Cómo responder ante  desafíos que van más de nuestras capacidades?

Algunos se sienten abrumados por la incompetencia y por eso se rinden y huyen de la dificultad que enfrentan. Hay otros que se sienten demasiados confiados en sí mismos y en las habilidades que creen tener. Pero para los creyentes en Cristo, ninguna de estas dos posiciones debe ser una buena opción. Pues la primera muestra falta de confianza en Dios y la otra demuestra orgullo. El apóstol Pablo describe la respuesta que el Señor espera de nosotros en 2 Corintios 3.4, 5. Nuestraconfianza no está en nosotros mismos, sino en Cristo.

No hay nada en nosotros que pueda hacernos competentes para aprovechar las oportunidades que nos da.

Dios es la fuente de nuestras habilidades. Y en cada situación difícil que enfrentemos, confiemos en que el Señor nos capacitará adecuadamente. Ni las circunstancias, ni nuestros sentimientos de incompetencia podrán jamás negar sus promesas.

Aunque los sentimientos de incompetencia son difíciles de sobrellevar, podemos hallarles el lado positivo, si respondemos de la manera correcta. 

Al comprender los beneficios, que enfrentamos en los tiempos de pruebas de la manera correcta. Ya no las vemos como una fuente de inseguridad y temor, sino como oportunidades que Dios nos da.

domingo, 14 de junio de 2015

Beneficios Del Perdón



El perdón es uno de los factores cruciales para mantener nuestro corazón sano. Al tomar la decisión  de perdonar, liberamos nuestro corazón del sufrimiento, el resentimiento y la amargura.

Al negarnos a perdonar nos quedamos amarrados al pasado, a la situación de agravio que vivimos y a nuestro ofensor, de esa forma le otorgamos a nuestros ofensores o enemigos un poder sobre nuestra vida, y la facultad de definirnos: nuestra emocionalidad, cómo nos comportamos y en quienes nos convertimos. En esas condiciones no hay posibilidad de sanar las heridas emocionales ni restaurar una relación, ni seguir adelante con nuestras vidas; pero el perdón nos devuelve el control de nuestras vidas. Nos permite cambiar o reescribir nuestra historia de agravio por una historia de victoria. Cuando perdonamos ya el pasado no nos determina. El perdón lejos de debilitar nuestra posición, nos hace más fuerte.

El perdón nos devuelve el enfoque esperanzador de la vida al sacarnos de las actitudes y estados emocionales de victimización conmiseración, culpabilización, rencor, odio y amargura. El perdón aporta una dosis importante del optimismo, esperanza, pasión, energía, satisfacción  y contentamiento por la vida. El perdón no modifica el pasado, pero al modificar nuestros sentimientos, nos brinda una nueva perspectiva del futuro; esperanzadora, retadora y emocional. Este cambio de actitud cambia diariamente en forma positiva nuestra experiencia de vida.  A la larga afecta positivamente nuestra motivación efectividad y productividad.

Desde El Punto De Vista Espiritual Psicológico y Fisiológico Al Perdonar Ganamos Salud y Bienestar.

El perdón influye favorablemente en nuestra salud psicológica al romper la cadena de sufrimiento y rencor, somos liberados de emociones tóxicas que se acumulan cuando retenemos el perdón. El perdón nos permite soltar la situación dolorosa y, en consecuencia, sanar las heridas emocionales. De esta forma nuestro desempeño emocional es más sano y funcional. Por el contrario, al negarnos a perdonar damos lugar a un desempeño emocional deficiente, restringido y poco adaptativo.

La falta de perdón crea un ambiente psicológico interno tóxico, caracterizado por un balance emocional negativo, degradado y poco creativo, lo que afecta en forma negativa cómo interactuamos con otros, los propósitos y metas que nos trazamos, y el tipo de relaciones que establecemos.

Desde el punto de vista físico, cada vez más la ciencia médica comprueba el impacto como falta de perdón genera sobre nuestro organismo. Este impacto negativo se traduce en aumento de complicaciones psicosomáticas enfermedades cardíacas, menor resistencia a enfermedades físicas, más vulnerabilidad al efecto del estrés, desordenes autoinmunes, artritis, trastornos gastrointestinales, dolores crónicos, entre otras enfermedades. Por otra parte, la práctica del perdón extiende la longevidad de la personas.

En relación a la vida espiritual, ésta se ve beneficiada con la práctica del perdón al alinearos con Dios en su actitud perdonadora. La actitud de perdón (pedir perdón a Dios y concederlo a otros) nos permite estar en paz con Dios y con nuestro prójimo.

El perdón trae beneficios a nuestra vida, como los beneficios físicos, emocionales y espirituales. Trae beneficio a nuestras relaciones  haciéndolas más armoniosas, estables y edificantes.

El perdón genera un efecto positivo en nuestras vidas de oración al hacerla más rica y efectiva. De igual forma demostrar una actitud perdonadora hacia otros, nos facilita apropiarnos del gozo y la paz de Dios, que constituye valiosa fortaleza para lidiar con el dolor, las vicisitudes, tribulaciones y presiones de la vida.

CUADRO COMPARATIVO DE LOS BENEFICIOS / PERJUICIOS QUE GENERA EL PERDÓN O LA NEGACIÓN DE ESTE.

PERDÓN
FALTA DE PERDÓN
Libertad
Cautividad
Gozo y Paz
Resentimiento y sufrimiento
Relaciones Saludables
Enemistad; relaciones disfuncionales.
Alineamiento Con Dios
Desarmonía con Dios
Salud Integral
Disfuncionalidad y enfermedad
Recursos de Afrontamiento y Gestión constructiva del conflicto el dolor y el enojo.
Estacionamiento en el desarrollo del potencial humano

miércoles, 20 de mayo de 2015

LOS DECRETOS DE DIOS

“Y sabemos que Dios hace que todas las cosas ayuden para bien a los que le aman, esto es, a losque son llamados conforme a su propósito” (Rom. 8:28) “conforme al propósito eterno que realizó en Cristo Jesús, nuestro Señor”. (Efe. 3:11).


 EL decreto de Dios es su propósito o su determinación respecto a las cosas futuras. Aquí hemos usado el singular, como hace la Escritura, porque sólo hubo un acto de su mente infinita acerca del futuro.

 Nosotros hablamos como si hubiera habido muchos, porque nuestras mentes sólo pueden pensar en ciclos sucesivos, a medida que surgen los pensamientos y ocasiones; o en referencia a los distintos objetos de su decreto, los cuales, siendo muchos, nos parece que requieren un propósito diferente para cada uno.

 Pero el conocimiento Divino no procede gradualmente, o por etapas: (Hech. 15:18;). “Conocidas son a Dios desde el siglo todas sus obras” Las Escrituras mencionan los decretos de Dios en muchos pasajes y usando varios términos.

 La palabra “decreto” se encuentra en el Sal. 2:7, (Yo publicaré el decreto;). En Efe. 3:11, leemos acerca de su “determinación eterna”. En Hech. 2:23, de su “determinado consejo y providencia”. En Efe. 1:9, el misterio de su “voluntad”. En Rom. 8:29, que él también “predestinó”. En Efe. 1:9, de su “beneplácito”.

Los decretos de Dios son llamados sus “consejos” para significar que son perfectamente sabios. Son llamados su “voluntad para mostrar que Dios no está bajo ninguna sujeción, sino que actúa según su propio deseo, en el proceder Divino, la sabiduría está siempre asociada con la voluntad, y por lo tanto, se dice que los decretos de Dios son “el consejo de su voluntad”. Los decretos de Dios están relacionados con todas las cosas futuras, sin excepción: todo lo que es hecho en el tiempo, fue predeterminado antes del principio del tiempo. El propósito de Dios afectaba a todo, grande o pequeño, bueno o malo, aunque debemos afirmar que, si bien Dios es el Ordenador y controlador del pecado, no es su Autor de la misma manera que es el Autor del bien.

 El pecado no podía proceder de un Dios Santo por creación directa o positiva, sino solamente por su permiso, por decreto y su acción negativa. El decreto de Dios es tan amplio como su gobierno, y se extiende a todas las criaturas y eventos. Se relaciona con nuestra vida y nuestra muerte; con nuestro estado en el tiempo y en la eternidad.

 De la misma manera que juzgamos los planos de un arquitecto inspeccionando el edificio levantado bajo su dirección, así también, por sus obras, aprendemos cual es (era) el propósito de Aquel que hace todas las cosas según el consejo de su voluntad.

Dios no decretó simplemente crear al hombre, ponerle sobre la tierra, y entonces dejarle bajo su

propia guía incontrolada; sino que fijó todas las circunstancias de la muerte de los individuos, y todos los pormenores que la historia de la raza humana comprende, desde su principio hasta su fin. No decretó solamente que debían ser establecidas leyes para el gobierno del mundo, sino que dispuso la aplicación de las mismas en cada caso particular. Nuestros días están contados, así cómo también los cabellos de nuestra cabeza. (Mat. 10:30).

 Podemos entender el alcance de los Decretos Divinos si pensamos en las dispensaciones de la Providencia en las cuales aquellos son cumplidos. Los cuidados de la Providencia alcanzan a la más insignificante de las criaturas y al más minucioso de los acontecimientos, tales como la muerte de un gorrión o la caída de un cabello. (Mat. 10:30).

 Consideremos ahora algunas de las características de los Decretos Divinos. Son, en primer lugar, eternos. Suponer que alguno de ellos fue dictado dentro del tiempo, equivale a decir que se ha dado un caso imprevisto o alguna combinación de circunstancias que ha inducido al Altísimo a tomar una nueva resolución.

 Esto significaría que los conocimientos de la Deidad son limitados, y con el tiempo va aumentando en sabiduría, lo cual sería una blasfemia horrible. Nadie que crea que el entendimiento Divino es infinito, abarcando el pasado, presente y futuro, afirmará la doctrina de los decretos temporales.

Dios no ignora los acontecimientos futuros que serán ejecutados por voluntad humana; los ha predicho en innumerables ocasiones, y la profecía no es otra cosa que la manifestación de su presencia eterna.

 La Escritura afirma que los creyentes fueron escogidos en Cristo antes de la fundación del mundo (Efe. 1:4), más aun, que la gracia les fue “dada” ya entonces: (2Tim. 1:9). “Fue él quien nos salvó y nos llamó con santo llamamiento, no conforme a nuestras obras, sino conforme a su propio propósito y gracia, la cual nos fue dada en Cristo Jesús antes del comienzo del tiempo”. En segundo lugar, los decretos de Dios son sabios. La sabiduría se muestra en la selección de los mejores fines posibles, y de los medios más apropiados para cumplirlos. Por lo que conocemos de los Decretos de Dios, es evidente que les corresponde tal característica. Se nos descubre en su cumplimiento; todas las muestras de sabiduría en las obras de Dios que son prueba de la sabiduría del plan por el que se llevan a cabo.

Como declara el salmista: (Sal. 104:24). “¡Cuán numerosas son tus obras, oh Jehová! A todas las hiciste con sabiduría; la tierra está llena de tus criaturas”. Sólo podemos observar una pequeñísima parte de ellas, pero, como en otros casos, conviene que procedamos a juzgar el todo por la muestra; lo desconocido por lo conocido.

 Aquel que, al examinar parte del funcionamiento de una máquina, percibe el admirable ingenio de su construcción, creerá, naturalmente, que las demás partes son igualmente admirables. De la misma manera, cuando las dudas acerca de las obras de Dios asaltan nuestra mente, deberíamos rechazar las objeciones sugeridas por algo que no podemos reconciliar con nuestras ideas (Rom. 11:33). “¡Oh la profundidad de las riquezas, y de la sabiduría y del conocimiento de Dios! ¡Cuán incomprensibles son sus juicios e inescrutables sus caminos!” En tercer lugar, son libres. (Isa. 40:13,14). “¿Quién ha escudriñado al Espíritu de Jehová, y quién ha sido su consejero y le ha enseñado? ¿A quién pidió consejo para que le hiciera entender, o le guió en el camino correcto, o le enseñó conocimiento, o le hizo conocer la senda del entendimiento?” Cuando Dios dictó sus decretos, estaba solo, y sus determinaciones no se vieron influidas por causa externa alguna.

 Era libre para decretar o dejar de hacerlo, para decretar una cosa y no otra. Es preciso atribuir esta libertad a Aquel que es supremo, independiente, y soberano en todas sus acciones. En cuarto lugar, los decretos de Dios son absolutos e incondicionales. Su ejecución no esta supeditada a condición alguna que se pueda o no cumplir. En todos los casos en que Dios ha decretado un fin, ha decretado también todos los medios para dicho fin. El que decretó la salvación de sus elegidos, decretó también darles la fe, (2Tes. 2:13). “Pero nosotros debemos dar gracias a Dios siempre por vosotros, hermanos amados del Señor, de que Dios os haya escogido desde el principio para salvación, por la santificación del Espíritu y fe en la verdad” (Isa. 46:10); “Yo anuncio lo porvenir desde el principio, y desde la antigüedad lo que aún no ha sido hecho. Digo: Mi plan se realizará, y haré todo lo que quiero”.

 Pero esto no podría ser así si su consejo dependiese de una condición que pudiera dejar de cumplirse. Dios “hace todas las cosas según el consejo de su voluntad” (Efe. 1:11).

 Junto a la inmutabilidad e inviolabilidad de los decretos de Dios. La Escritura enseña claramente que el hombre es una criatura responsable de sus acciones, de las cuales debe rendir cuentas. Y si nuestras ideas reciben su forma de la Palabra de Dios, la afirmación de una enseñanza de ellas no nos llevará a la negación de la otra.

 Reconocemos que existe verdadera dificultad en definir dónde termina una y donde comienza la otra. Esto ocurre cada vez que lo divino y lo humano se mezclan. La verdadera oración está redactada por el Espíritu, no obstante, es también clamor de un corazón humano.

 Las Escrituras son la Palabra inspirada de Dios, pero fueron escritas por hombres que eran algo más que máquinas en las manos del Espíritu. Cristo es Dios, y también hombre. Es omnisciente, más crecía en sabiduría, (Luc. 2:52). “Y Jesús crecía en sabiduría, en estatura y en gracia para con Dios y los hombres” Es Todopoderoso y sin embargo, fue (2Cor. 13:4 “crucificado en debilidad”). Es el Espíritu de vida, sin embargo murió. Estos son grandes misterios, pero la fe los recibe sin discusión.

 En el pasado se ha hecho observar con frecuencia que toda objeción hecha contra los Decretos Eternos de Dios se aplica con la misma fuerza contra su eterna presciencia. “Tanto si Dios ha decretado todas las cosas que acontecen como si no lo ha hecho, todos los que reconocen la existencia de un Dios, reconocen que sabe todas las cosas de antemano. Ahora bien, es evidente que si El conoce todas las cosas de antemano, las aprueba o no, es decir, o quiere que acontezcan o no. Pero querer que acontezcan es decretarlas”.

 Finalmente trátese de hacer una suposición, y luego considérese lo contrario de la misma. Negar los Decretos de Dios sería aceptar un mundo, y todo lo que con él se relaciona, regulado por un accidente sin designio o por destino ciego.

 Entonces, ¿qué paz, que seguridad, qué consuelo habría para nuestros pobres corazones y mentes? ¿Qué refugio habría al que acogerse en la hora de la necesidad y la prueba? Ni el más mínimo. No habría cosa mejor que las negras tinieblas y el repugnante horror del ateísmo. ¡Cuán agradecidos deberíamos estar porque todo está determinado por la bondad y sabiduría infinitas!

 ¡Cuánta alabanza y gratitud debemos a Dios por sus decretos! Es por ellos que “Sabemos que Dios hace que todas las cosas ayuden para bien a los que le aman, esto es, a los que son llamados conforme a su propósito” (Rom. 8:28). Bien podemos exclamar como Pablo: “Porque de él y por medio de él y para él son todas las cosas. A él sea la gloria por los siglos. Amen”. (Rom. 11:36). A.W. Pink

Sus Decretos Sobre mí:

Fui curado por las llagas de Jesús (Isaías 53:5).

Mi mano está en el cuello de mis enemigos (Génesis 49:8).

Unges mi cabeza con aceite, mi copa está rebosando. El bien y la misericordia me seguirán todos los días de mi vida (Salmo 23:5-6).

He sido ungido para predicar, enseñar, sanar y echar fuera demonios. Recibo la abundancia de la gracia y del don de la justicia y reino en vida por Cristo Jesús (Romanos 5:17).

Tengo vida y la tengo en abundancia (Juan 10:10).

Camino en luz, como Él está en luz y la sangre de Jesucristo

su Hijo nos limpia de todo pecado (1 Juan 1:7).

Soy la justicia de Dios en Cristo (2 Corintios 5:21).

Soy cabeza y no cola (Deuteronomio 28:13).
   

martes, 12 de mayo de 2015

La Honra Un Principio De Reino

Dios ha dado a las madres una vocación muy especial. Ellas son las portadoras de la vida, y durante nuestros años de formación dan forma a cada aspecto de lo que seremos. En el quinto mandamiento, el Señor mandó a los hijos de Israel a honrar a sus padres y madres, y prometió que sus días se alargarían en la tierra que Él les dio si lo hacían (Éx 20.12).

Este mandamiento se encuentra en toda la Biblia, tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento (Mt 19.19; Mr 7.10; Ef 6.2). Y la Biblia hace serias advertencias de parte de Dios a quienes abusen de los padres o los maltraten, o que no se ocupen de ellos (Mr 7.10; Mt 15.3-9). ¿Qué significa, entonces, “honrar a la madre”?

La mejor manera que usted tiene de demostrar estima por la mujer que le dio la vida, es simplemente amarla y aceptarla como es. Si hay algo que puede enriquecer la vida de la madre, es la seguridad de que es amada y apreciada por sus hijos.
 
Si usted ha logrado tener alguna medida de éxito, es muy probable que gran parte del crédito lo deba a su madre. ¿Cuándo fue la última vez que le agradeció lo que hizo ella por usted? ¿Le ha dicho recientemente lo agradecido que está por ella?
 
¿O tiene su madre que hacer algo para ganar su respeto y su amor? En otras palabras, ¿tiene ella que llenar alguna expectativa, cumplir con alguna obligación, o hacerle algún regalo para que usted pueda darle las gracias?
 
De vez en cuando, me encuentro con una madre que me dice: “Sé que mis hijos me aman, pero tienen dificultades para demostrármelo. Nunca me lo dicen”. La verdad es que todos tenemos una gran deuda con nuestras madres, y cuando no apreciamos todo lo que ellas valen, las deshonramos. Puede ser que usted necesite llamar a su madre hoy para pedirle perdón. O simplemente para asegurarle que la ama. No importa qué cosa haga, no deje que este día termine sin comunicarle lo mucho que la aprecia. Dígale que está agradecido por todo lo que ella ha hecho, y también por darle la vida para que pudiera convertirse en hijo de Dios.

viernes, 8 de mayo de 2015

“El perdón es un acto de liberación”, dice víctima de Holocausto tras perdonar a ex nazi



Eva Kor, de 81 años, que junto a su hermana gemela fueron sometidas a experimentos médicos en el campo de concentración, viajó desde su hogar en EE.UU. a Alemania para el juicio de Oskar Gröning, conocido como el ‘contable de Auschwitz’, informa el diario ‘The Independent’.

En un principio Kor intentó darle la mano a Gröning, de 93 años, pero este se desmayó cuando ella se le acercó y entendió de quién se trataba.

“Estaba interesada en saber qué pasaría cuando alguien del lado de la víctima se encuentra con alguien del lado del agresor”, comentó la sobreviviente del Holocausto.
Tras la audiencia, Kor se acercó una vez más a Gröning y le tendió la mano. Por su parte, el ‘contable de Auschwitz’ la abrazó y le dio un beso en la mejilla. Debido a este gesto Eva recibió muchas críticas, pero ella asevera que “no puedes ser libre hasta que no te quitas de encima esa carga diaria de dolor e ira y los perdonas, no porque los nazis lo merezcan, sino porque soy yo quien lo merece”.
“Nunca entenderé por qué la ira es preferible a un gesto de buena voluntad. La energía que crea la ira es una energía violenta (…) Aprecio el hecho que esté dispuesto a venir aquí y nos afronte.
  
Pero me gustaría que apele a los nazis que siguen vivos a presentarse y abordar el problema actual de los neonazis en Alemania”, agregó Kor.

“Mi perdón no te absuelve de tu responsabilidad. Así que te pido que digas a los jóvenes neonazis que Auschwitz existió, que la ideología nazi solo trajo derrota y dolor y que en vez de odiar o matar vayan a la escuela y aprendan una ocupación o un oficio”, le dijo Kor agregando que “el perdón es un acto de curación y de liberación”.

El momento entre Kor y Gröning fue captado en una emotiva instantánea que ha dado la vuelta al mundo y ha planteado un serio debate: «¿Se puede llegar a perdonar la infamia realizada por los nazis?».

Gröning ha pasado por el juzgado y ha sido acusado de ser cómplice de más de 300.000 muertes (algo que él se limitó a negar afirmando que era un mero «contable»).

Fuente: ABC

viernes, 20 de marzo de 2015

¿Cuál es el camino para perdonar y restaurar a mi hermano en la fe?



Mateo 18:15-20 RV 1960

(15)  Por tanto, si tu hermano peca contra ti, vé y repréndele estando tú y él solos; si te oyere, has ganado a tu hermano.

(16)  Mas si no te oyere, toma aún contigo a uno o dos, para que en boca de dos o tres testigos  conste toda palabra.

(17)  Si no los oyere a ellos, dilo a la iglesia; y si no oyere a la iglesia, tenle por gentil y publicano.

(18)  De cierto os digo que todo lo que atéis en la tierra, será atado en el cielo; y todo lo que desatéis en la tierra, será desatado en el cielo.

(19)  Otra vez os digo, que si dos de vosotros se pusieren de acuerdo en la tierra acerca de cualquiera cosa que pidieren, les será hecho por mi Padre que está en los cielos.

(20)  Porque donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos.

 

¿Cómo Perdonar a Mí Hermano?

La Palabra de Dios nos exhorta a ser proactivos y diligentes para resolver los conflictos y desavenencias que ocurren en el seno de la Iglesia

Esto obra a favor de evitar que se formen raíces de amargura, resentimientos y enemistades, tanto en el ofendido como en el ofensor.

Hebreos 12:15 LBLA

Mirad bien de que nadie deje de alcanzar la gracia de Dios; de que ninguna raíz de amargura, brotando, cause dificultades y por ella muchos sean contaminados;

 

Si un hermano en la fe comete una ofensa u agravio contra mí, mi responsabilidad en Cristo, es actuar con diligencia, caridad, tolerancia y espíritu conciliador.

Para tal fin la Biblia prescribe un protocolo o procedimiento a seguir, que indica una progresión en función de la receptividad del que ha fallado, cuyo objetivo es la restauración de los involucrados y, de ser posible la reconciliación.

Esa es una vocación que es inherente al llamado de ser cristiano: “Dios… por medio de Cristo nos reconcilió consigo mismo y nos dio el ministerio de la reconciliación” (2 Corintios 5:18 –NVI).

En primer lugar la Biblia prescribe que debo hablar personalmente con el ofensor:  “si tu hermano peca contra ti, vé y repréndele (convéncele) estando tú y él solos; si te oyere, has ganado a tu hermano”; exhortándole con amor y mansedumbre (fuerza con ternura y amabilidad).

Tal como lo expresa 1 Timoteo 3:1-2 LBLA: No reprendas con dureza al anciano, sino, más bien, exhórtalo como a padre; a los más jóvenes, como a hermanos,  a las ancianas, como a madres; a las más jóvenes, como a hermanas, con toda pureza.

Así  mismo Gálatas 6:1: Hermanos, aun si alguno es sorprendido en alguna falta, vosotros que sois espirituales, restauradlo en un espíritu de mansedumbre, mirándote a ti mismo, no sea que tú también seas tentado.

El tiempo de este verbo “restaurar” está en presente continuo, indicando que se requiere paciencia y perseverancia en el proceso.

La restauración no se logra con simples palabras o frases alentadoras o sermoneadoras como : “debes corregir tu conducta”, “te hemos extrañado en la iglesia” sino que requiere amor, constancia, paciencia y esfuerzo.

Esta no es una ocasión para desahogar nuestra rabia o dolor contra el hermano ofensor, pues su objetivo no es el desquite y la venganza, sino la restauración.

Esta entrevista debe transcurrir en el marco de una corrección fraternal.

El hecho de acudir al ofensor a solas, busca proteger su reputación.

No es una simple reacción a la ofensa o agravio, sino que es motivada por el interés y amor fraternal de hermano.

“Quien te ha ofendido, ofendiéndote, ha infligido a sí mismo una grave herida ¿y tú no te preocupa de la herida de tu hermano?... tú debes olvidar es la ofensa recibida, no la herida de tu hermano”.

·        ¿Y si el hermano no me escucha? Vuelve a confrontarlo en presencia de dos o tres personas, para facilitarle mejor el darse cuenta de la falta cometida: “mas si no oyere, toma aún contigo a uno o dos, para que en boca de dos o tres testigos conste toda palabra”. La Biblia dice que la multitud d consejeros hay sabiduría. “Donde no hay dirección sabia, caerá el pueblo: más en la multitud de consejeros hay seguridad” (Proverbios 11:14). Esta acción busca también proteger a ambos de malos entendidos.

·        Si, después de agotar estas instancias, él rechaza la corrección, es necesario decirlo a la comunidad eclesiástica: “si no los oyere a ellos, dilo a la iglesia. Sólo después de agotar las instancias anteriores y no haber ningún cambio, entonces, debes contar lo que ocurrió a la iglesia.

·        Y si tampoco escucha a la iglesia, es preciso hacerle notar el distanciamiento que él mismo ha provocado, separándose de la comunión de la Iglesia: “… y si no oyere a la iglesia, tenle por gentil y publicano (repulsivo y abominable)”. El excluir de la comunión espiritual, no excluye el manifestar actos de bondad hacia esa persona.

Todo este procedimiento fraternal indica que existe una corresponsabilidad en el camino de la vida cristiana, tal como expresa Gálatas 6:2: “sobrelleva los unos las cargas de los otros, y cumplir así la ley de Cristo. En el cuerpo de Cristo somos llamados a “soportarnos unos a otros, y perdonarnos unos a otros si alguno tuviere queja contra otro…” (Colosenses 3:13). Esta es una vocación y un llamado ineludible.

Es así como cada creyente consciente de sus propios límites, carencias y defectos, está llamado a la restauración y la reconciliación, “considerándose a si mismo, no sea que él también sea tentado”; pero también está llamado a recibir con humildad la corrección (amonestación, exhortación) fraterna, pues reconoce que él /ella también puede fallar.

Este procedimiento escrito en Mateo 18:15 – 20, que tiene como método el perdón y como meta la restauración y por ende la reconciliación, crea un espacio y una oportunidad para la comunión restaurada. Negar el perdón, por el contrario rompe la comunión no sólo con nuestro hermano ofensor sino también con nuestro Padre Celestial (Marcos 11:25) .

Para Reflexionar

1.     ¿Has renunciado a tus deseos de venganza encomendado tu causa al Juez Supremo?

2.     ¿Cuándo reprendes a un hermano por una falla contra ti, tu motivación es la restauración del ofensor?

3.     ¿Cómo te sientes exhortando a aquellos que cometen falta contra ti?

 

 

 

 

 

 

 

 

 

miércoles, 18 de marzo de 2015

¿Al perdonar debo olvidar la injusticia cometida contra mi?


Romanos  12:17-21.  RV 1960.
 
(17)  No paguéis a nadie mal por mal; procurad lo bueno delante de todos los hombres.

(18)  Si es posible, en cuanto dependa de vosotros, estad en paz con todos los hombres.

(19)  No os venguéis vosotros mismos, amados míos, sino dejad lugar a la ira de Dios; porque escrito está: Mía es la venganza, yo pagaré, dice el Señor.(E)

(20)  Así que, si tu enemigo tuviere hambre, dale de comer; si tuviere sed, dale de beber; pues haciendo esto, ascuas de fuego amontonarás sobre su cabeza.(F)

(21)  No seas vencido de lo malo, sino vence con el bien el mal.

 
Perdonar No Implica Olvidar La Injusticia

Perdonar no implica el abandono de la búsqueda de la justicia ni la renuncia a la defensa de los derechos.

La persona puede exigir justicia, sobre todo si la falta viola las leyes, y eso no anula el perdón.

No hay que confundir misericordia con justicia.

Creo que muchos cristianos se meten en problemas por no tener diferenciado la misericordia de la justicia, lo cual puede generar perjuicio tanto a ellos mismos como otras personas.

Sin embrago la justicia que Dios prescribe que debemos seguir no es una mera justicia retributiva (aplicación del castigo, restitución, etc.), sino fundamentalmente una justicia restaurativa (resolución del problema o conflicto, sanidad de la relación, reconciliación, etc.).

El perdón no es necesario en la justicia retributiva, pero juega un papel medular en la justicia restaurativa.

El perdón no se riñe con la justicia.

Dios nos perdonó porque nos amaba, pero no obvió la justicia.

La muerte de Cristo en la cruz del calvario es la mayor evidencia de que Dios nos perdonó, pero cumpliendo completamente con las demandas de la justicia.

El perdón divino tiene su base en la justicia de Dios.

 Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él. 2 Co 5:21. RV 1960.

 

La cruz del calvario representa el encuentro perfecto del amor (incluye el perdón) y la justicia de Dios.

Esa es una teología al alcance de todos, y que todos pueden entender.

Al observar el horror de la cruz, podemos darnos cuenta del inmenso amor de Dios por el hombre, que lo llevó a dar la vida de Su Unigénito Hijo (Juan 3:16).

Pero al mismo tiempo podemos apreciar el increíble precio que Dios  tuvo que pagar por nuestra salvación, para así  cumplir las demandas de Su justicia.

1 Pedro 1:18-19. RV 1960

(18)  sabiendo que fuisteis rescatados de vuestra vana manera de vivir, la cual recibisteis de vuestros padres, no con cosas corruptibles, como oro o plata,

(19)  sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación.

Como juez justo,  Dios cumplió la justicia de la ley que dice que “la paga del pecado es la muerte” (Romanos 6:23).

Dios como Padre amoroso proveyó el medio para el arrepentimiento y el perdón de los pecados.

El perdón no se podía otorgar sin sacrificio expiatorio, porque la justicia quedaría insatisfecha.

Sin justicia el universo moral sería un caos.

Al perdonar la persona renuncia al resentimiento, a los deseos de venganza, al pagar mal por mal; pero no implica que deba renunciar a la justicia.

El perdón es diferente al indulto, la condonación de la falta,

La excusa y justificación del agravio o liberación de responsabilidad del ofensor.

El perdón no implica prescindir ni obviar la justicia, ni eximir de responsabilidad al ofensor.

Suspender la justicia aumenta la maldad, las injusticias y la impunidad.

Por otra parte, el perdón no borra las consecuencias naturales ni legales de las faltas cometidas. Tampoco elimina la ley de causa – efecto que gobierna el universo natural y espiritual.

Al respecto la Biblia dice : “No se engañen ustedes: nadie puede burlarse de Dios. Lo que se siembra, se cosecha” (Gálatas 6:7 – DHH).

¿Qué Lugar Ocupa La Justicia En Este Principio Del Perdón?

Romanos 12:17-21 nos da una interpretación. Al perdonar a los demás, y decidir confiar en Dios como juez justo, renuncio a mi deseo de venganza, y entrego mi causa a Dios, confiando en que Él es mejor juez que yo.

“No tomen venganza hermanos míos dice el Señor”. Esta acción no está en contradicción con hacer uso del sistema de justicia que Dios ha instruido en el mundo.

En todo caso al entregar a Dios mi causa le cedo a Él el control, para que Él aplique  justicia según su sabiduría y soberanía.

Al entregar a Dios mis agravios y mi dolor y la responsabilidad de que se haga justicia, no sólo lo hago a Él juez de mi causa, sino que me deshago de mi propio derecho a vengarme, junto con mis sentimientos de resentimiento y odio, y dejo todos los problemas de justicia en manos de Él, sabiendo que Él es más competente y justo que yo mientras retenga para mí, la prerrogativa de hacer justicia y de que mi ofensor “pague por el daño que me ha hecho”, permanezco atado a él, porque en el fondo no he perdonado.

Perdonar implica soltar mis agravios y dolores en las manos de Dios, y confiar en Su justicia.

Si no concretamos esa acción de entrega a Dios, a la larga ambos –ofensor y agraviado- permanecemos prisioneros del pasado.

El que no recibe el perdón permanece preso en una celda, y yo quien me rehúso a perdonar  atado a la celda como carcelero, asegurándome que la persona permanezca encarcelada.

Necesitamos, pues llegar al punto de entregar el reo  en las manos de Dios, y encomendarnos a su justicia, de esta  manera nos libramos de toda  la carga emocional de tener  que hacer justicia, al descansar en la perfecta justicia del juez Supremo, quien no falla en aplicar  justicia.

Es importante recordar que al perdonar no se está dispensando o justificando un acto malo.

Aunque  la falta del ofensor no desaparece cuando perdono, se libera de mí y Dios se hace cargo porque Él sabe qué hacer.

Sí el perdón condona y amnistía, obviando a ultranza la justicia, entonces el orden legal y la memoria histórica de una familia, comunidad o nación donde ocurrió la ofensa y el agravio, estarían en peligro y condenadas a repetir los mismos errores e injusticias relacionales.

El Perdón y La Justicia No Se Riñen Con La Misericordia.

Dios no sólo nos exhorta a que encomendemos nuestra causa a Su justicia, sino que además nos insta a realizar acciones amatorias a favor de nuestro ofensor: “…si tu enemigo tiene hambre, dale d comer; si tiene sed dale de beber”; porque el amor se hace realidad  a través de la acción.

Esta acción es terapéutica y, según el pastor Rony Madrid, cumple los siguientes objetivos:

·        Verificar si nuestro corazón está limpio y que no guarda ningún rencor.

·        Comprobar que hemos  entregado ese sentimiento en las manos de Dios.

·        Hacer reflexionar a nuestros ofensores: “Actuando así, harás que se avergüence de su conducta”.

Para Reflexionar:

1.     ¿Has renunciado a tus deseos de venganza, encomendando tú causa al Juez Supremo?

2.     ¿Dejas lugar a la justicia de Dios?

3.     ¿Confías en la justicia de Dios?