Juan 7:25-36
2010.02.03
25 Decían entonces unos de Jerusalén: ¿No es éste a quien buscan para matarle?
26 Pues mirad, habla públicamente, y no le dicen nada. ¿Habrán reconocido en verdad los gobernantes que éste es el Cristo?
27 Pero éste, sabemos de dónde es; mas cuando venga el Cristo, nadie sabrá de dónde sea.
28 Jesús entonces, enseñando en el templo, alzó la voz y dijo: A mí me conocéis, y sabéis de dónde soy; y no he venido de mí mismo, pero el que me envió es verdadero, a quien vosotros no conocéis.
29 Pero yo le conozco, porque de él procedo, y él me envió.
30 Entonces procuraban prenderle; pero ninguno le echó mano, porque aún no había llegado su hora.
31 Y muchos de la multitud creyeron en él, y decían: El Cristo, cuando venga, ¿hará más señales que las que éste hace?
32 Los fariseos oyeron a la gente que murmuraba de él estas cosas; y los principales sacerdotes y los fariseos enviaron alguaciles para que le prendiesen.
33 Entonces Jesús dijo: Todavía un poco de tiempo estaré con vosotros, e iré al que me envió.
34 Me buscaréis, y no me hallaréis; y a donde yo estaré, vosotros no podréis venir.
35 Entonces los judíos dijeron entre sí: ¿Adónde se irá éste, que no le hallemos? ¿Se irá a los dispersos entre los griegos, y enseñará a los griegos?
36 ¿Qué significa esto que dijo: Me buscaréis, y no me hallaréis; y a donde yo estaré, vosotros no podréis venir?
¿Por qué no lo atacaron?
La primera razón del por qué no le atacaron ni siquiera verbalmente fue debido a lo que el mismo texto dice: “pero ninguno le echó mano, porque aún no había llegado su hora” y que también se basa en Eclesiastés 3.1-2a “Todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora. Tiempo de nacer, y tiempo de morir...”
La segunda razón del por qué no reaccionaron, fue porque fueron tomados por sorpresa. Ellos no creían que Jesús se atrevería a regresar a Jerusalén y cuando lo vieron, no atinaron a decir nada.
La tercera razón debemos buscarla en sus propios temores. Odiaban a Jesús y hablaban mal de él, pero de frente no se atrevían a confrontarlo y también porque temían al pueblo que podría reaccionar en contra.
“Muchos de la multitud creyeron en él” y creyeron por las señales que había hecho.
Hay gente que cree porque se les explicó y entendieron bien el mensaje, otros creen porque han encontrado evidencias históricas, arqueológicas y racionales para aceptar a Cristo; otros creen por el testimonio de algunos cristianos, pero también están los que solo pueden creer si ven claras señales de parte de Dios. Necesitan ver milagros y vivir lo sobrenatural. Su fe se basa en lo las evidencias que van más allá de la normalidad. Sin embargo, muchas veces Dios salva por medio de lo que algunos consideran una “locura”. Como escribió San Pablo: “agradó a Dios salvar a los creyentes por la locura de la predicación. Porque los judíos piden señales, y los griegos buscan sabiduría, pero nosotros predicamos a Cristo crucificado.” (1 Corintios 1:21-23ª)
La murmuración de la gente en contra de los fariseos y sacerdotes los hizo reaccionar: “mirad, habla públicamente y no le dicen nada. ¿No habrán reconocido en verdad los gobernantes que éste es el Cristo?”. Probablemente este comentario hizo rebasar el vaso y no aguantaron más. Podían tolerar muchas cosas, pero eso era demasiado. Por eso actuaron de inmediato. Esto nos enseña acerca de lo que puede hacer la murmuración en una comunidad o en la iglesia, porque a muchos les importa demasiado lo que opinan los demás y solo reaccionan por lo que oyen decir. Son capaces de cualquier cosa con o sin razón.
y los principales sacerdotes y los fariseos enviaron alguaciles para que le prendiesen.
Un alguacil es “Un oficial inferior de justicia, que ejecuta las órdenes del tribunal a quien sirve”. En griego se emplea la palabra uphreteV (hupéretes) para referirse a un “asistente, ayudante, colaborador, sirviente, guardia”. Probablemente eran los guardas del templo que estaban también al servicio del Sanedrín y al de los sacerdotes.
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